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GIANNI AMELIO, PREMIO A TODA UNA CARRERA

Gianni Amelio nació en San Pietro de Magisano, el 20 de enero de 1945. Comenzó en el cine como operador y ayudante de dirección de muchas películas, en su mayoría con Gianni Puccini.

Debutó tras la cámara como director de largometrajes en 1970 con La fine del gioco y realizó también varios cortometrajes y documentales. Su película policíaca La morte al lavoro (1978) le valió el Premio FIPRESCI del Festival de Locarno y el mismo año rodó Effetti speciali. La crítica valoró mucho Golpear al corazón (Colpire al cuore) (1983), presentada en la Mostra de Venecia, y con Porte aperte (1990), basada en una novela de Leonardo Sciascia, obtuvo la Nominación al Oscar a la Mejor Película Extranjera. Los extraordinarios resultados artísticos de películas como Niños robados (Il ladro di bambini) (1992), ganadora del Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes; Lamerica(1994), Premio al Mejor Director en la Mostra de Venecia; y Así reían (Così ridevano) (1998), ganadora del León de Oro en la Mostra de Venecia, le han consagrado como un autor de valor absoluto y de alcance internacional.

El método que plantea para construir sus personajes tiene similitud con el que empleó Roberto Rossellini en algunas de sus películas. Se basa en el estudio del comportamiento del personaje central y de su peculiar manera de confrontarlo con el mundo exterior. La obra de Amelio oscila entre la crítica social y la biografía personal. En sus filmes, el cineasta se propone denunciar los problemas que atraviesa la sociedad contemporánea. La inmigración, la injusticia social y la familia son algunos de los temas que aborda desde una perspectiva crítica y reflexiva en un mundo difícil de ser interpretado, donde el hombre parece estar perdido y atrapado. Perteneciente a la misma generación de Nanni Moretti, Pupi Avati o Danielle Luchetti, ha visto que la unión y la confrontación de mundos extremos genera un cine que puede ser catalogado como ‘de autor’, muy influenciado en su caso y en el de toda esa generación por la Nouvelle Vague.

Gianni AmelioEl adolescente, el joven o el niño suele ser el protagonista de su cine. Lo es por partida doble, tanto por su inocencia, todavía no adulterada por estereotipos sociales y también porque es el momento de la vida en que su cosmovisión se va a configurar y así su manera de entender la vida a posteriori. Ese momento crítico, cuando surge la rebeldía, es clave en el cine de Gianni Amelio. Es por eso también que muchos de sus protagonistas adultos son como niños mayores, que miran con los ojos abiertos una realidad que desmonta sus expectativas.

Otra de las características de su cine es el viaje iniciático. Prácticamente todos sus relatos están marcados por un viaje físico donde el desplazamiento en busca de mejores condiciones de vida, da las claves de nuestra propia identidad confrontada con las de seres cuyas vivencias se mueven al nivel más básico de supervivencia material como les ocurría a los albaneses de Lamerica (1994), a los chinos de La estrella ausente (La stella che non c’è) (2006) o a los italianos del sur en Así reían (Cosi ridevano)(1998). Tampoco renuncia a mostrar las diferencias entre personas situadas al mismo nivel económico y social que se encuentran mermadas por deficiencias físicas o psíquicas, como le ocurre al chico protagonista de Las llaves de casa (Le chiavi di casa, 2004). Esta historia propone un recorrido dramático que cambiará no solo las relaciones entre el padre y el hijo discapacitado sino que pondrá en crisis la manera de entender la vida del padre enfrentado a la incapacidad de proveer a su hijo de un futuro feliz.

Gianni AmelioLa estructura dramática de sus films suele seguir un arco que empieza con un posicionamiento de alejamiento entre los personajes, para pasar a un progresivo conocimiento de las diferentes partes, no exento de choques y confrontaciones, pero que irá hacia un planteamiento en el que la comunicación entre ellos sea posible y la utopía de la felicidad y el amor se materializarán dando pie a un final catártico. Este dejará entrever la imposibilidad de que ese estado de gracia comunicativo continúe cuando los sistemas económicos y morales que rodean al individuo nos sigan convirtiendo en enemigos de los otros.

(Texto extraído del texto-estudio Luis Dufuur y Wikipedia)

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